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La inocencia del otro es un beneficio para mí


¿Te has planteado alguna vez de dónde procede tu necesidad de ver al culpa en el otro? ¿Por qué buscamos en el otro el motivo de nuestro malestar e insatisfacción?


Si lo observamos bien, parece que tenemos una idea implícita y es que si el otro es culpable, yo soy inocente. Dicho de otra manera: para ser yo inocente, he de encontrar a alguien a quien “echarle la culpa”, alguien “ha de cargar” con la culpa, hacerse cargo de ella.


Como si mi ganancia (mi inocencia) dependiera la pérdida de otro (su culpa). Estos son juegos de ganar/perder, donde la ganancia de uno lleva implícita la pérdida de otro. Y estamos tan inmersos en este tipo de juegos que ya no nos los planteamos.


¿Qué pasaría si cuestionáramos esta idea: y si pudiéramos ser inocentes ambos, al mismo tiempo, en la misma situación?


Imagina por un instante qué sensación de paz te produciría poder relacionarte con los demás viéndolos inocentes, sin culpa. Observa el relajo que produce no tener que defenderte, no tener que estar en guardia, ni prepararte para el encuentro con el otro porque sabes que no va a haber ataque….


Te propongo un reto. Toma a una persona de tu entorno a la que ames. Comprométete a mantenerla inocente en tu mente, por tu propio interés, para poder estar en relax cuando estés con ella. Y en tu relación con ella, no le asignes “mala idea” a ninguno de sus actos, de sus palabras ni sus silencios. Recuerda que la amas. Y si en algún momento aparece un pensamiento de crítica o de juicio, descártalo, no lo sostengas, no lo atiendas. Tan sólo recuérdate: “estoy decidido a verte inocente por mi propio interés”. Y observa el resultado.


Ya me contarás sobre tu ganancia ;)….

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